El constante bombardeo de noticias e información desde
las redes sociales fue el causante de que en días recientes nos tropezáramos
con la siguiente nota “Experimentos con
indígenas canadienses al estilo nazi” La terminología empleada desde el circulo periodístico virtual
en dotar a la susodicha nota con las palabras de “experimento” y “nazi” logro
el propósito de todo periodista de circulación virtual, el que cualquier curioso
diera “clic” sobre el enlace. Basta con comprobar el EFECTO
Pero comencemos con la pregunta ¿Quién es Ian
Mosby? De acuerdo con la página de internet del departamento de historia de la universidad
de Guelph en Canadá , Mosby se desempeña como investigador posdoctoral en el
departamento de historia de dicha universidad. Su principal línea de
investigación es el estudio de la historia de la comida y la nutrición en
Canáda durante el siglo veinte. Dentro de su más reciente investigación, Mosby
se enfoca en las formas en como diversos grupos: científicos, legisladores, la
industria de la comida y los ciudadanos canadienses, responden al problema
percibido de la mal nutrición a lo largo del siglo veinte. Parte de su
investigación involucra una exploración de los estudios en nutrición, la
experimentación humana y la ética en investigación biomédica durante la mitad
del siglo veinte.
Nuevamente el papel de la terminología “conejillos de indías” y “sujetos involuntarios”, causo un efecto en
recuperar, ahora, desde nuestra reflexión, lo ya denunciado por Hans Weiss en
su obra “El libro negro de las marcas” desde la lectura del apartado de su libro,
curiosamente titulado; nuevamente desde la terminología, “Conejillos de Indias”.
Como parte de la reflexión recuperamos, desde la obra de Hans Weiss la nota
clave de que a partir del 2004; décadas
después del contexto abordado por el estudio de Mosby sobre los aborígenes canadienses,
la Declaración de Helsinki dictaba los principios de prohibición sobre el tratamiento
de las enfermedades graves a partir del uso de placebos, contándose de manera simultánea
con una terapia probada, siendo que los únicos ensayos permitidos son aquellos
en los cuales un grupo de pacientes recibe la medicación nueva y el otro grupo
el tratamiento estándar. Destacando la noción de la imposición del dinero sobre
los aspectos éticos y de bienestar humano, Weiss aborda los aspectos de las imposiciones
de los grandes consorcios farmacéuticos occidentales sobre las condiciones socioeconómicas
de los países denominados del tercer mundo o en vías de desarrollo. A partir de
este punto, es posible realizar el anclaje con la investigación llevada a cabo
por Mosby, donde las imposiciones dadas por los “expertos” apoyados por el
gobierno canadiense sobre las comunidades indígenas originarias, se
fundamentaron sobre la noción de una imposición étnica y no ética en el
desarrollo e intervención de supuestos tratamientos contra las deficiencias
alimentarias. No parece haber diferencias conforme los tiempos avanzan, Weiss relata
las inquisitivas presiones que las farmacéuticas ejercen sobre los pacientes
por participar en análisis y pruebas clínicas en pleno siglo XXI, condicionándolos
a participar, ya que desde las condiciones socioeconómicas no hay viabilidad en
otorgar otros tratamientos, forzándolos bajo la normatividad del consentimiento
informado a una simple atadura condicionada por el estado de salud. Por su
parte, Mosby relata condiciones homologas sufridas por los aborígenes
canadienses, donde se omitió el consentimiento informado y se sometieron a los
participantes a condiciones de tratamiento diferenciadas bajo suplementos
alimenticios no controlados. Todo en función de los intereses de los
investigadores por sacar provecho de las condiciones de las comunidades indígenas
de Canadá. Tal como señala Mosby en el artículo “los experimentos sólo tuvieron como fin impulsar las carreras de los
investigadores en una etapa de incertidumbre científica y no modificaron las
condiciones que dieron lugar al hambre y a la desnutrición de los originarios”.
Agregando los comentarios del mismo Mosby, tomados de la página de perfil
docente, sobre su artículo de investigación donde señala que dicho estudio refleja una de las maneras en que los alimentos, el hambre y la
ciencia de la nutrición se utilizaron como instrumentos de la política colonial
de Canadá durante las décadas centrales del siglo XX, sobre todo en el norte de
Canadá. Ante dichas comparaciones, Weiss y Mosby exponen desde los contextos
temporales de sus investigaciones una clara imposición que en el nombre de la
metodología y la ciencia misma, los gobiernos, la empresas y las instituciones
de salud ejercen sobre la población, con claros objetivos de beneficio propio,
ya sea económico o de renombre y fama científica.
¿Hasta qué
punto los tratados internacionales, los códigos de ética, los comités de ética
y las normas institucionales se adecuan para defender los derechos a la salud y
la garantía del bienestar humano? Sera posible que podamos ejercer presión por
medio de la denuncia y la exposición de estos casos sobre el actuar de las
empresas farmacéuticas y las instituciones gubernamentales que han incurrido
sobre el daño e inclusive el atentado fatal sobre la vida humana. Desde nuestra
propia reflexión nos quedamos con el impacto mediático del caso, mencionando el
comentario de Mosby en su descripción autobiográfica ¨En mayo de 2013, mi artículo "Administración
de la Ciencia Colonial: Investigación de Nutrición Humana y Experimentación
Biomédica en las comunidades aborígenes y Escuelas Residenciales,
1942-1952", fue publicado en la revista Histoire sociale / Social Historia
y, poco tiempo después, se convirtió en el tema de atención mediática tanto
nacional como internacional, así como un día nacional de protesta organizada
por las Primeras Naciones de todo el país canadiense”.
Para quien tenga la dichosa oportunidad de acceder al articulo original de IAN MOSBY, sin restricciones del pago de derechos y compartirnos las conclusiones del articulo original, o el articulo original mismo. Haga click. Para quien no, espere el siguiente bombardeo mediático.
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