"El Libro Negro de las Marcas" de Hans Weiss….. ¿En Canadá?



     El constante bombardeo de noticias e información desde las redes sociales fue el causante de que en días recientes nos tropezáramos con la siguiente nota “Experimentos con indígenas canadienses al estilo nazi” La terminología empleada desde el circulo periodístico virtual en dotar a la susodicha nota con las palabras de “experimento” y “nazi” logro el propósito de todo periodista de circulación virtual, el que cualquier curioso diera “clic” sobre el enlace. Basta con comprobar el  EFECTO  

 El artículo publicado el 4 de octubre del presente año, por Yolaidy Martínez en la revista periodística de Contralínea nos presenta el contenido de la nota con la introducción “Historiador comprueba que el Estado canadiense utilizó a indígenas para experimentar los efectos en el cuerpo humano de algunos alimentos, así como la ausencia de algunos nutrientes. En total indefensión quedaron miles de indígenas: se les hizo creer que los médicos habían llegado para paliar los problemas derivados de la pobreza que se padecía en la región. En el artículo periodístico se destaca la revelación de como 1 mil 300 niños y adultos aborígenes canadienses fueron usados como conejillos de indias en experimentos alimenticios en escuelas residenciales, donde durante años estuvieron segregados para ser “civilizados”. De acuerdo al historiador Ian Mosby, investigadores del gobierno canadiense y de Estados Unidos durante 1 década probaron en humanos sus teorías sobre la relación entre las dietas básicas y lo que denominaban el “problema indígena”. De acuerdo a lo reportado por Mosby, los expertos, liderados por el entonces superintendente de Servicios Médicos de Asuntos Indígenas, Percy Moore, y el nutricionista Frederick Tisdall visitaron en 1942 una comunidad Cree de la provincia de Manitoba donde prevalecía una crisis alimentaria producto de la posguerra.  De acuerdo al artículo, dichos investigadores decidieron aislar a esa población para someterla a ensayos de diferentes dietas, en vez de solucionar los problemas detectados. Los experimentos consistieron en la aplicación de suplementos vitamínicos a 300 individuos para observar los efectos causados por la presencia o ausencia de los componentes vitamínicos en el cuerpo humano, extendiéndose, posteriormente, dichos estudios a 1 mil niños indígenas con deficiencias nutricionales de diversas escuelas residenciales del territorio canadiense. La parte crítica y la característica fundamental que llamo nuestra atención de la explicación del reporte de Mosby, en la nota de Contralínea, fue que algunos infantes fueron sujetos involuntarios de tests a base de leche, vitaminas, suplementos de hierro y yodo, entre otros elementos; mientras, otro grupo continuó mal alimentado y sin asistencia odontológica por temor a que los tratamientos bucales afectaran los resultados de las investigaciones.  

  Pero comencemos con la pregunta ¿Quién es Ian Mosby? De acuerdo con la página de internet del departamento de historia de la universidad de Guelph en Canadá , Mosby se desempeña como investigador posdoctoral en el departamento de historia de dicha universidad. Su principal línea de investigación es el estudio de la historia de la comida y la nutrición en Canáda durante el siglo veinte. Dentro de su más reciente investigación, Mosby se enfoca en las formas en como diversos grupos: científicos, legisladores, la industria de la comida y los ciudadanos canadienses, responden al problema percibido de la mal nutrición a lo largo del siglo veinte. Parte de su investigación involucra una exploración de los estudios en nutrición, la experimentación humana y la ética en investigación biomédica durante la mitad del siglo veinte.


     Nuevamente el papel de la terminología “conejillos de indías”  y “sujetos involuntarios”, causo un efecto en recuperar, ahora, desde nuestra reflexión, lo ya denunciado por Hans Weiss en su obra “El libro negro de las marcas” desde la lectura del apartado de su libro, curiosamente titulado; nuevamente desde la terminología, “Conejillos de Indias”. Como parte de la reflexión recuperamos, desde la obra de Hans Weiss la nota clave de que a partir del 2004;  décadas después del contexto abordado por el estudio de Mosby sobre los aborígenes canadienses, la Declaración de Helsinki dictaba los principios de prohibición sobre el tratamiento de las enfermedades graves a partir del uso de placebos, contándose de manera simultánea con una terapia probada, siendo que los únicos ensayos permitidos son aquellos en los cuales un grupo de pacientes recibe la medicación nueva y el otro grupo el tratamiento estándar. Destacando la noción de la imposición del dinero sobre los aspectos éticos y de bienestar humano, Weiss aborda los aspectos de las imposiciones de los grandes consorcios farmacéuticos occidentales sobre las condiciones socioeconómicas de los países denominados del tercer mundo o en vías de desarrollo. A partir de este punto, es posible realizar el anclaje con la investigación llevada a cabo por Mosby, donde las imposiciones dadas por los “expertos” apoyados por el gobierno canadiense sobre las comunidades indígenas originarias, se fundamentaron sobre la noción de una imposición étnica y no ética en el desarrollo e intervención de supuestos tratamientos contra las deficiencias alimentarias. No parece haber diferencias conforme los tiempos avanzan, Weiss relata las inquisitivas presiones que las farmacéuticas ejercen sobre los pacientes por participar en análisis y pruebas clínicas en pleno siglo XXI, condicionándolos a participar, ya que desde las condiciones socioeconómicas no hay viabilidad en otorgar otros tratamientos, forzándolos bajo la normatividad del consentimiento informado a una simple atadura condicionada por el estado de salud. Por su parte, Mosby relata condiciones homologas sufridas por los aborígenes canadienses, donde se omitió el consentimiento informado y se sometieron a los participantes a condiciones de tratamiento diferenciadas bajo suplementos alimenticios no controlados. Todo en función de los intereses de los investigadores por sacar provecho de las condiciones de las comunidades indígenas de Canadá. Tal como señala Mosby en el artículo “los experimentos sólo tuvieron como fin impulsar las carreras de los investigadores en una etapa de incertidumbre científica y no modificaron las condiciones que dieron lugar al hambre y a la desnutrición de los originarios”. Agregando los comentarios del mismo Mosby, tomados de la página de perfil docente, sobre su artículo de investigación donde señala que dicho estudio refleja una de las maneras en que los alimentos, el hambre y la ciencia de la nutrición se utilizaron como instrumentos de la política colonial de Canadá durante las décadas centrales del siglo XX, sobre todo en el norte de Canadá. Ante dichas comparaciones, Weiss y Mosby exponen desde los contextos temporales de sus investigaciones una clara imposición que en el nombre de la metodología y la ciencia misma, los gobiernos, la empresas y las instituciones de salud ejercen sobre la población, con claros objetivos de beneficio propio, ya sea económico o de renombre y fama científica. 

    ¿Hasta qué punto los tratados internacionales, los códigos de ética, los comités de ética y las normas institucionales se adecuan para defender los derechos a la salud y la garantía del bienestar humano? Sera posible que podamos ejercer presión por medio de la denuncia y la exposición de estos casos sobre el actuar de las empresas farmacéuticas y las instituciones gubernamentales que han incurrido sobre el daño e inclusive el atentado fatal sobre la vida humana. Desde nuestra propia reflexión nos quedamos con el impacto mediático del caso, mencionando el comentario de Mosby en su descripción autobiográfica ¨En mayo de 2013, mi artículo "Administración de la Ciencia Colonial: Investigación de Nutrición Humana y Experimentación Biomédica en las comunidades aborígenes y Escuelas Residenciales, 1942-1952", fue publicado en la revista Histoire sociale / Social Historia y, poco tiempo después, se convirtió en el tema de atención mediática tanto nacional como internacional, así como un día nacional de protesta organizada por las Primeras Naciones de todo el país canadiense”.

Para quien tenga la dichosa oportunidad de acceder al articulo original de IAN MOSBY, sin restricciones del pago de derechos y compartirnos las conclusiones del articulo original, o el articulo original mismo. Haga click. Para quien no, espere el siguiente bombardeo mediático.

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