Capitalismo de ficción y el mundo en El estilo del mundo

El capitalismo de ficción surge como una forma evolucionada del capitalismo  de producción y del capitalismo de consumo. El primero se desarrollaría desde finales del siglo XVIII hasta la segunda guerra mundial, mientras que el capitalismo de consumo se desarrolló desde la segunda guerra mundial hasta la caída del muro de Berlín. Estas formas de capitalismo tenían como objetivo el bienestar material, como lo menciona Verdú.
El capitalismo de ficción por su parte tiene sus inicios a comienzos de los años noventa y su función es estructurar la realidad haciéndola casi “perfecta”, en dónde no existen las incomodidades cotidianas y en donde para que haya una realidad ésta tiene que ser validada por el espectáculo que brindan los medios de comunicación. Pero no existe espectáculo sin espectador, por lo que una consecuencia del capitalismo de ficción es la conversión de las personas a espectadores homogenizados a nivel mundial. Los servicios y bienes materiales que nos venden actualmente no tienen distinción dependiendo del país, ya todo se ve de forma uniforme, a pesar de que empresas como McDonald’s dicen “adaptarse a las costumbres locales” agregando ingredientes o variando su menú, sigue brindando el mismo servicio en todas las partes en las que se encuentra presente en el mundo.
La uniformidad por la que está pasando el mundo está guiada por la cultura, costumbres e idioma estadounidenses, incluso su modelo económico y social han sido copiados por países islámicos, en los que los jóvenes aspiran a ser parte de la sociedad norte americana, pero ellos no son los únicos, las nuevas generaciones del mundo son, en su mayoría, similares y conocen casi las mismas cosas.
 Desde hace tiempo ya, todo aquello que pretenda tener éxito en todo el mundo tiene que parecerse o ser de origen estadounidense. Las marcas más reconocidas de moda tienen diseñadores de diferentes partes del mundo que se dedican a crear ropa y accesorios americanizados.
 Esta invasión de lo norteamericano algunas veces no es tan evidente como se pensaría pues, como ya se mencionó, todo se va adaptando a la sociedad y a la época a la que llega para que sea familiar y no extraño. Como ejemplo de ello podemos ver nuevamente a McDonald’s, que era un buen representante de la era moderna en que todo se tenía que llevar a cabo de manera rápida y eficiente. Sin embargo las cosas han cambiado y ahora en la posmodernidad, en donde la importancia reside en la aparente tranquilidad intelectual, nace Starbucks. Ambos establecimientos llegan en su respetiva época para invadir e incluso sustituir productos locales que son incluso mejores pero que no se sirven el estilo de Estados Unidos.
A la vez que EUA se ha infiltrado en toda sociedad, también se ha dedicado a realizar copias de todas aquellas que considera ser importantes o relevantes, con la peculiaridad de que estas copias no cuentan con los inconvenientes reales de la ciudad a la que representa e incluso parecen resultar más recreativas o lúdicas. Estas copias de ciudades que vemos en Las Vegas, se convierten en un objeto utópico e irreal, situación a la que aspira cualquier urbe que pretenda ser parte del capitalismo de ficción.

Anteriormente las ciudades cobraban importancia gracias a que en ellas se encontraba de manera abundante materias primas o eran ciudades industriales, no obstante, en el capitalismo de ficción, la importancia de la ciudad recae en la capacidad de la misma para ofrecer placer y diversión, sin importar que tan productiva o funcional sea. Lo que requieren las ciudades actuales entonces es estar divididas como los grandes parques de diversiones por temas.

Referencia: Verdú, V (2003). Capitalismo de ficción y el mundo en El estilo del mundo. Barcelona, Anagrama 9-65

No hay comentarios:

Publicar un comentario