McDisneyización y Post-Turismo


La fascinación por las grandes atracciones con el acompañamiento de oferta obligado, que van desde las visitas guiadas en los museos hasta las pulseras que te permiten entrar y salir "libremente" de un bar o del parque de diversiones más visitado.
Desde la lectura del articulo de McDisneyización y Post-Turismo: Perpectivas contemporanes del turismo actual, Ritzer y Liska contemplan al turismo como un dominio caracterizado por el cambio social sustancial. Un cambio social apegado al consumismo y la institucionalización donde la tarjeta de crédito funge como el medio por el cual la búsqueda de inautenticidad se consuma en un producto de souvenir.  El concepto de McDisneylización es definido por Ritzer y Liska como una perspectiva moderna que ve el mundo como una simulación que se hace cada vez más eficiente, calculable, predecible y dominado por tecnologías no-humanas controlantes. La cara de Disney es la forma amigable de la simulación que no otorga ninguna sorpresa en absoluto. Para Ritzer y Liska Disney World es un triunfo de la tecnología no-humana sobre los humanos. Eso es cierto no sólo respecto a las numerosas atracciones donde los empleados fingen que hablan o cantan mediante la sincronización del movimiento de los labios con sonido grabado, siendo su trabajo controlado por tecnologías no-humanas. Dicha simulación es forjada bajo un solo objetivo, el crear una fachada de grandes paraísos temáticos donde el mecanismo es el de una fábrica de hacer dinero.

     Desde la simulación del turismo, el concepto de racionalización es abordado por Ritzer y Liska, como el modo en el que la configuración de la atracción es estipulada bajo ciertos lineamientos de control, un ejemplo de ello son la largas filas medidas bajo tiempos de espera aproximados. Desde los parques temáticos, las grandes cadenas de centros comerciales, los fast foods, los cruseros y hasta los casinos se encuentran sumergidos en esta simbiosis de la racionalización y la McDisneylización. Esta simbiosis surge de un antecedente previo, la macdonaldización, donde el simil de ordenar un combo de hamburgesa durante una visita dominical al McDonalds  fue adaptada por el mercado del turismo en la estandardización rígida de los paquetes de viaje. Siendo la tesis de la MacDonaldización  la que conduce a la opinión de que las personas viajan cada vez más a otras localidades para experimentar mucho de lo que experimentan en sus vidas cotidianas (Ritzer y Liska). Es a partir de la macdonaldización como el turismo se adecuo a realizar vacaciones muy predecibles, muy eficientes, muy calculables y muy controladas.  Pero ante todo, y lo compartimos con Ritzer y Liska, lo que sostiene a tal industria de la simulación es el turista del consumo, ya sea consumiendo simbólicamente el éxito y la sofisticación hasta aquel turista post-moderno que viaja por consumir. Tal como señalan Ritzer y Liska, la macdonaldización implica claramente homogeneización, no diversidad.

     A medida que la tecnología avanza, las realidades virtuales emergen y el post- turista hace su aparición. El post-turista es aquel que viaja sin dejar el hogar, su medio no son los cruceros ni los paquetes de viajes, es a través de la televisión,  los videos, la Internet y la realidad virtual, como la visita turistica se hace amena para el post-turista. Es entonces cuando nos preguntamos, si en la actualidad el post-turista  se parece cada vez más al  usuario de red social, aquel que parece viajar con el objetivo de compartir sus videos, fotos, y experiencias en la red social virtual de su preferencia. Dicho turista post-moderno responde de acuerdo a lo señalado por Rojek (mencionado por Ritzer y Liska). En primer lugar, el post-turista acepta la conversión del turismo en mercancía; éste y los productos pregonados a lo largo del camino son todos manifestaciones de consumismo. En segundo lugar, se considera el turismo como un fin en sí mismo, y no como un medio para cierta meta más elevada. En tercer lugar, los post-turistas son atraídos por los signos, especialmente los signos más espectaculares, asociados con el turismo. Pero siendo turistas post-modernos o victimas del turismo post-modernismo, nos preguntamos, si todavía existen alternativas. El tomar el TuriBús, el compartir las noches de museos, el boleto del espectaculo de la Llorona en Xochimilco rotulado por Ticket-Master ¿Nos convierte en post-turistas? ¿Vivimos bajo la insitucionalización blanda y suave a la cual hacen mención Ritzer y Liska? Parecer ser que las formas de control post-modernas hacen eco en la estructuración del turismo en la actualidad. Los pueblos mágicos, las noches de zombies en los parque de atracciones, todo parece estructurado, como un trampa para conejos, donde sin ese saber de estar siendo controlado, es difícil, si no imposible, cuestionar el control y rebelarse contra él. Podremos adquirir un ocio de paranoia pero es evidente que los espectáculos del turismo actual giran en torno a la construcción de patrones y tendencias predecibles. Basta con adquirir la sensación del enigma maya mediante una entrada al espectáculo de luces en la misma zona arqueológica de Chichen-Itza. Es como ver a Disney disfrazado de cultura prehispánica (sin hacer mencion de la película de "El emperador" de la misma marca")

     ¿Quién pagaría por un recorrido por los barrios populares de Tepito o la colonia Doctores? Tal vez surgan interesados, pero en ese surgimiento, la McDisneyización tal vez se apodere del espectáculo y vuelva una epidemia turística el visitar los barrios populares, no sin antes invitar al turista a comprar productos chinos de los tianguis del lugar.  ¿La solución? Apagar el Google Maps y caminar sin rumbo fijo, posiblemente algo nos pueda sorprender.

......Como el turismo negro, las próximas vacaciones en Fukushima.  

Referencia
Ritzer, G. y A. Liska. (1997): <> y <>: Perspectivas complementarias sobre el turismo actual en Criterios, La Habana, 2006, 108-131.

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