En “El asedio del yo”, Gergen (1991) plantea que la construcción del yo se lleva a cabo socialmente y es un proceso en el que el lenguaje desempeña un papel fundamental. El lenguaje y la vida social están en constante interacción y se influyen mutuamente; esto se puede constatar si se piensa en el uso que los hablantes llevan a cabo de las diferentes reglas conversacionales, géneros discursivos, expresiones, jergas, sociolectos, etc.
Existe pues una íntima relación entre el lenguaje, el yo y la sociedad. El lenguaje constituye al yo, por lo que se deduce que esta configuración tiene una evidente influencia social. El yo se construye en un contexto social determinado que se encuentra permeado por el poder del lenguaje, según propone el marco epistemològico del giro lingüístico (Ibañez, 2006; en: Iñiguez, 2006).
Las implicaciones que el giro lingüístico supone para la concepción y configuración del yo están relacionadas con un sujeto que no se entiende así mismo como sincero, racional, creador y autónomo (Gergen, 1991, p. 25), sino que se ve como un producto social construido por el lenguaje y que por lo tanto carece de esencia propia. Esta idea del yo se corresponde con el modelo de individuo propio de la Postmodernidad.
La antropología nos enseña (Gergen, 1991, p. 27) que las diferentes concepciones del self son occidentales y no universales, y que por lo tanto requieren una reflexión crítica por este mismo hecho. En otras culturas las concepciones del yo son fundamentalmente diferentes. Clifford Geertz (Gergen, 1991, p. 28) estudió a la población en Polinesia y pudo observar que los nombres de las personas tienen un origen e influencia social y van cambiando a lo largo de la vida. La caracterización de la persona es diferente, la percepción de las emociones y los valores sociales. En este caso, el grupo social es mucho más importante que en Occidente, en donde se tiene una visión más individualista.
El lenguaje forma la percepción y puede mostrar qué es importante en una cultura determinada. Por ejemplo, en una comunidad donde no existe la palabra alegría, la concepción de dicha debe ser muy diferente de la occidental, por el simple hecho de que la gente no piensa en términos del concepto alegría.
Los historiadores contribuyen al estudio de las concepciones a través del cuestionamiento de lo que hoy se da por supuesto. Esto se lleva a cabo por medio del análisis del cambio de conceptos a lo largo de la historia. La historia de las ideas es un claro ejemplo de este esfuerzo crítico de análisis. Los historiadores resaltan la influencia que la cultura tiene en la creación y modificación de conceptos y las consecuencias que esto implica.
Un ejemplo interesante es la modificación que se ha venido dando en la concepción de la idea de niño (Gergen, 1991, p. 32). Hasta el siglo XVII, el niño se percibía como un ser maduro que solamente no tenía suficiente experiencia para hacer uso de todas sus habilidades. La concepción actual del niño, en la que se le ve como inmaduro y con la necesidad de constante de apoyo del otro, es una construcción social moderna que se basa en la focalización del adulto como modelo ideal y de autoridad. Hoy en día las personas luchan por el reconocimiento del niño como una persona que se necesita tratar con respeto y que tiene sus propias necesidades. De esta concepción a favor de los niños resulta la exigencia del voto infantil.
Otro ejemplo de la influencia del lenguaje, la sociedad y la cultura en la creación de realidades lo podemos constatar por medio del constructo que se conoce como “amor materno”, que sólo es un producto de elaboración occidental y no un instinto como se creía. En conclusión, las investigaciones de las ciencias sociales y de las humanidades permiten la reflexión crítica sobre las realidades construidas, incluyendo la concepción del yo. Las verdades y realidades van variando con el lenguaje y el contexto cultural y socio-histórico.
La concepción del yo ha cambiado lo largo de la historia, es diferente, por ejemplo, la concepción del yo en la Modernidad a la que se tiene en la Postmodernidad. La concepción depende fundamentalmente de la percepción, la cual está en interacción constante con el lenguaje. Esto manifiesta porque es tan importante el análisis del lenguaje, básicamente porque éste es un medio a través del cual se construyen realidades.
Gergen, K. (1991). Prefacio y El asedio del yo en El Yo saturado, Barcelona, Paidós Contextos, 1992, 11-39.
Ibañez, T. (2006). “El giro lingüístico”, en; Iñiguez, L. (2006). Análisis del discurso. Manual para las ciencias sociales. Barcelona: UOC, 23-45.
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